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just a boy; just a nobody

Entre historias comunes de aquellos residentes de los barrios bajos, precisamente esta en concreto no destacaría por su repetición. Su origen no sería más que un cliché perdido en las páginas de un tiempo previo a la Guerra Élfica, creciendo sin apoyos ni encontrando manera de llenar una existencia vacía como la suya.

Un niño perdido, una vida guiada por la codicia.

Carente de voluntad propia, descartado y sin un lugar al que llamar hogar. Su nombre será su única propiedad, mas su apellido le sería prohibido utilizar. Leah Ellis, un elfo con el único propósito de servir a sus dueños, un guerrero que se alzó en batalla cuya fama solo traerá riqueza a las manos que mueven sus hilos.

Eso era, hasta que...

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It seems you've met with a terrible fate,haven't you?

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Sus primeros años se podrían describir con una sola palabra: vacíos. En el mejor de los casos precarios, en el peor insufribles. La sangre noble que corría por sus venas estaba condenada a no ver la luz, siendo producto directo de la promiscuidad de uno de los mayores cargos del reino, descartado para nunca ser recordado.

 

O esa era la intención, si no fuera por los adultos deseosos por sacar provecho de esta vergüenza inadmisible que le tenían a su cuidado. Sería utilizado como medio de chantaje sin pestañear y, desde muy pequeño, le quedó claro su lugar. Era una entidad obviamente inferior, menos que una vida, destinada a la plena servitud de aquellos que precisaran de él. Por eso el niño aprendió a guardar sus opiniones, a ser callado y reservado, a observar y no actuar.

 

Pero aun así… Aun así, una parte de él todavía se atrevía a creer. Albergaba un deseo egoísta impropio de una herramienta, una única esperanza de convertirse en alguien, que aunque pequeña, latente en su interior.

Siguiendo este orden de cosas, innumerables fueron las miradas heladas, el desinterés y maltrato hacia su persona hasta cumplir la edad de veintitrés, cuando la Guerra Élfica estalló. Para entonces habían hecho de él un caballero con todas las letras, cuyas habilidades innatas le ayudaron a ganar numerosas batallas a lo largo del enfrentamiento. Su pericia era tal que, contra todo pronóstico, el joven etéreo consiguió abatir a uno de los legendarios generales del Dios de la Muerte, Theoden.

Si tan solo hubiera sabido que caería con él.

El vitoreo con el que fue recibido en su vuelta a casa se entremezclaba con el horripilante alarido del heraldo caído que escuchaba de fondo, repitiéndose en su cabeza como una maldición recitada en voz baja una y otra vez. A quién a estas alturas consideraba como sus dueños no cabían en sí del éxtasis, su plan un éxito sin igual, recibiendo toda riqueza de la que era entregado por su valiente hazaña. La dicha, sin embargo, no duró mucho para esos infelices.

the 4th circle;

past hero

today's menace

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“Querer ser alguien, tener una vida propia... ¿Será avaricia? ¿O solo egoísmo? Quién sabe.”

Era una llamada, un hilo tirando de su corazón hacia la idea de una libertad nunca probada, que desde aquel fatídico enfrentamiento estuvo avivando las llamas de esa inocente esperanza de años atrás la que colmó el vaso.

Su primera voluntad como Leah, y no como el joven sin propósito, fue tenderle la mano al abismo.

Guiado por la promesa de un mundo donde finalmente pudiera ser, sus pasos siguieron los de su nuevo señor. Sembrando caos como Acolyte, reclamando almas como el sucesor de la Avaricia, el amado héroe rápidamente se convirtió en criminal buscado. Quizás la guerra hubiera terminado, mas era de ilusos pensar que ahí terminaría su papel.

 

Cuantos más años pasaban, más extrema se hacía su posición, rozando ahora la locura. Primero libertades, luego bienes, lentamente la lista de sus deseos se fue ampliando, pues es lo que de alguna manera lo hacía 'persona'.

Y la meta se alzó, llegando el día en el que pensó en aspirar a más.

 

Aspiraba a ser la única vida, de haber alguna.

Al niño al que nada se le fue entregado, será a quien junto a su dios, arrebatará el todo.

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